La sangre te hace pariente pero el amor te hace familia, o al menos eso es lo que muchos dicen, tiene sentido para la mayoría de las personas, eso creo, sea como sea, compartir la misma sangre no constituye un antídoto contra la envidia, una vacuna contra las malas intenciones, por el contrario, muchas veces llevar la misma sangre es una invitación a la rivalidad, al ataque preventivo, al ego desmesurado que lleva a tratar de aplastar al otro antes incluso de que tenga oportunidad de surgir, aunque dicho auge no afecte en nada la vida propia, pues no, compartir la sangre no previene ninguno de estos males, ninguno de esos sentimientos tan horribles.
Siempre fui débil de niño, intenté dejar de serlo cuando adolescente sin demasiado éxito, por eso no tuve los cojones suficientes para defender mis decisiones allá por 2009, dejé que otra persona decidiera por mí y los años venideros me hicieron, y me están haciendo, pagar las consecuencias de esa absoluta falta de valor moral, de esa excesiva permisividad y confianza para con los demás, aunque en mi defensa solo puedo decir que tenía 15 años, era casi un niño enfrentándose a la decisión de escoger una carrera universitaria que definiría mi existencia y que confiaba, maldita sea la hora, en el buen juicio y las buenas intenciones de quien me aconsejaba.
Siempre pensé que se trataba del típico caso de tratar de vivir a través de los descendientes: "lo que yo no logré, tú lo harás en mi nombre", si, tenía sentido que fuera eso, mezclado con algo de "tienes que seguir el camino de tu abuelo", obvio, desde luego; el tiempo me enseñó que no era un camino al infierno empedrado de buenas intenciones, en este caso, se trataba de una verdadera autopista construida sobre la base de la envidia, de la necesidad de anularme y del temor, ridículo por cierto, a que yo me desarrollara en donde había decidido: el derecho, ¿no era eso mi abuelo? ¿abogado?, qué curioso, ¿no? querían que siguiera sus pasos pero no su carrera, a pesar de que yo había tomado esa decisión, quisieron que fuese cualquier mierda; politólogo, filósofo, psicólogo, barrendero, pero nunca abogado y querían que me fuera a la mierda, la forma es lo de menos.
A mis 31 años y después de reflexionar mucho sobre el tema terminó siendo evidente para mi: les importaba un carajo el legado de mi abuelo; solo querían arruinarme, enviarme al desvío sabiendo que todo sería inviable y confiando en que dicho sendero terminase por extraviarme y asfixiarme; si a eso sumamos que ya para entonces era vox populi mi tendencia depresiva, mis aproximaciones al suicidio y mi inestabilidad emocional, creo que queda aún más claro: a lo mejor uno de esos días, frustrado e intolerante a esa frustración inducida, el loco Andrés corte de un tajo su propia yugular y se desangre solo y ebrio en algún cuarto de hotel, lógico, muy conveniente, sería un lindo comentario en el té de tías: "qué pena, salió mal, traté de guiarlo pero no pudo, encima de fracasado era depresivo y terminó suicidándose";si, he pensado en suicidarme muchas veces, pero mi convicción de que no todo está perdido y mi fe en que Dios abrirá otra puerta siempre me han mantenido firme, en piloto automático, pero en avance constante a pesar de los reveses.
Le he fallado a Dios, le prometí que perdonaría a todos, le prometí que dejaría el odio de lado pero me resulta imposible, porque no se trata de un hecho pasado o aislado, se trata de una decisión que ha arruinado mi vida, que ha convertido mis años dorados en años de angustia, de frustración, de atraso, de estrecheces y, sobre todo, de culpa, porque si bien es cierto era un mocoso imberbe y hubo mala intención de por medio, la decisión finalmente fue mía y no pasa un solo día sin que no me arrepienta de ello, odio tanto a quienes me cambiaron de carrera como a mi mismo, somos coautores en el delito de malgastar 6 años de mi vida y, si no se me ocurre nada mejor, seremos también autor material e intelectual, respectivamente, de una muerte.
¿Por qué me hicieron esto? no sé, soy un ermitaño, la mayor parte del tiempo estoy solo, no quiero liderar una familia ni competir con nadie, no quiero ganarle a nadie, solo vivir mi vida, ¿por qué querías cagarme? no lo sé, solamente tengo claro que me querías hacer daño y lo lograste, mientras escribo estas líneas, cargado de culpa y de rencor justificado, pienso en las salidas que tengo, trato de no mirar atrás, trato de enfocarme en las personas que sí me quisieron y me quieren y que de verdad me ayudaron y pienso resistir por ellos y por mi, esto no se ha terminado, aún no estoy muerto, aunque te joda, sigo vivo y sigo en mi puesto y así será hasta el último momento; si Dios quiere saldré adelante, pero los vasos rotos no se arreglan, eso si, los vidrios cortan y la sangre, en este caso, no une, pero si mancha y ahoga y no únicamente a quien la derrama.